¿Dios
trabaja? No creo poder imaginarlo sellando papeles, inspeccionando lugares,
inaugurando obras, dando discursos. Sin embargo, trabaja porque es nuestro
creador. El profeta Isaías escribe: “¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has
enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No
se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable” (40:28 NVI). Cuesta
imaginarlo trabajando porque tenemos un concepto equivocado del trabajo.
Mientras Dios estaba trabajando en la creación, todo “era bueno” y en el relato
bíblico se reitera mucho la expresión y no por descuido, sino para enfatizar la
idea (Génesis 1:4, 10, 12, 18, 21, 31). Dios le dio al hombre el trabajo de
cuidar y cultivar el huerto del Edén (Génesis 2:15) y el hombre no presentó
ninguna queja ni ninguna demanda al respecto, lo toma como algo dignificante y como
parte de su naturaleza y misión de ser semejante a su Dios. Pero, a partir del
pecado y con la desobediencia del ser humano, aparece “lo trabajoso” del
trabajo, porque Dios le dice “te ganarás el pan con el sudor de tu frente”
(Génesis 3:19), enfatizando esta vez, el esfuerzo que demandaría el trabajo.
En el
acto de la creación, Dios hace por lo menos, tres trabajos diferentes: alfarero,
jardinero y cirujano. Dios es un alfarero perfecto
en Génesis 2:7 porque dice: “Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito
de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente”; lo formó como un
alfarero moldea su obra. Dios es un jardinero perfecto en Génesis 2:8 porque
dice que “Dios el Señor plantó un
jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado”; así creó
la mejor reserva natural que tuvo el planeta, antes de que el ser humano
interviniera en él. Dios es un cirujano perfecto en Génesis 2:21, 22 porque
dice que “entonces Dios el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo
y, mientras este dormía, le sacó una
costilla y le cerró la herida. De la costilla que le había quitado al
hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre”;
indudablemente fue la primera y más perfecta “operación” del mundo. Luego y a
lo largo de toda la Biblia, Dios insiste en que nos esforcemos y trabajemos de
la mejor forma posible: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para
el Señor y no como para nadie en este mundo” (Colosenses 3:23). Siempre
debemos procurar su semejanza.
Cuando
los fariseos quisieron atrapar a Jesús en algún error “… les respondía: Mi Padre aún hoy está
trabajando, y yo también trabajo”
(Juan 5:17 NVI). Jesús, al igual que su Padre, también trabajaba.
Algunas versiones traducen literalmente "está
trabajando hasta ahora". Así enseñaba que Dios seguía trabajando
activamente entre nosotros. No terminó con la creación; sigue trabajando hasta
el día de hoy. Dios está disponible para ayudarnos en todas nuestras
necesidades. Cristo trabajó hasta la muerte para salvarnos. El Espíritu Santo
está trabajando diariamente en nuestra edificación espiritual. Nuestro creador
sigue trabajando para nosotros como redentor, sustentador, rey, médico,
salvador, consejero, juez, sacerdote, amigo, pastor, abogado defensor y como
cualquier otra cosa que signifique sostenernos en nuestras pruebas, problemas y
sufrimientos, ayudarnos en nuestras necesidades y favorecer nuestro crecimiento
espiritual y en todo sentido. Su obra no se detiene porque es vida para
nosotros. Por amor, su trabajo es “a tiempo completo”.
Angel Magnífico