El ejemplo bíblico de David y Goliat nos ayudar a
enfrentar nuestros enormes problemas de hoy. Había 2 pueblos en lucha: Israel
se colocó en una actitud de fracaso anticipado y los filisteos en una actitud
de triunfo anticipado. Goliat era un guerrero experimentado, comandante del
ejército filisteo, un gigante de 2,9 m. de altura, con una armadura de 57 kg. y
una lanza de casi 7 kg. con un asta como un rodillo de telar. Era un guerrero
de la artillería pesada, no solo por su tamaño, sino también por sus armas
(lanza, jabalina, espada, escudo y armadura). Tenía seguridad de su fortaleza
personal, orgullo, exaltación propia, vanidad por la aclamación popular y una
indomable fiereza. Representa a todos los poderes que se enfrentan a Dios. Por
sus medidas y los metales que usaba, se parecía a la estatua de Daniel 2 y simbolizaba
lo mismo: el pecado; ambos eran gigantes y terribles, pero fueron derribados
con una piedra. En cambio, David era un joven pastor de ovejas, 8º hijo de una
familia común y corriente, rubio y de buen parecer, sin aspiraciones guerreras
ni de liderazgo. Ningún israelita lo hubiera elegido (miraban solo lo exterior,
como muchos hoy). Pero David estaba listo espiritualmente porque había sido
elegido por Dios para ser el nuevo rey, de quien nacería el Mesías. 1 Samuel
16:13 dice: “Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia
de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino
con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó
a Ramá”. David había sido elegido sucesor del rey Saúl y su padre Isaí, lo había
mandado a cuidar ovejas. No era un guerrero, por eso fue con su bastón de
pastor; podría haber pertenecido a la artillería liviana porque era muy
experimentado en el manejo de la honda y la piedra (Jueces 20:16 cita honderos
que le daban a un cabello sin errar). Tenía confianza en la fortaleza de Dios y
era dócil a su plan. Representa a cualquiera de nosotros que se entrega en
las manos de Dios y actúa según sus promesas.
1 Samuel 17:10 sintetiza el desafío de Goliat: “… ¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!” El triunfo o el fracaso de un hombre sobre otro, haría triunfar o fracasar a un pueblo sobre otro. ¿Tuvo alguna vez un desafío tan grande? Este desafío implica egoísmo; habla de sí mismo como “el hombre”. La palabra “desafío” se usa 6 veces en este pasaje y significa “despreciar; burlarse, ridiculizar y humillar.” Lo que Goliat proponía era algo común en ese tiempo. Era una competencia mano a mano, y el ganador tomaba todo. Su provocación era una ofensa a Dios, no solo a Israel. David le ganó a uno de los más importantes “gigantes” que podemos enfrentar a diario: el desánimo para cumplir con el propósito de Dios. Todos tenemos éste y otros “gigantes” que enfrentar cada día, en la oficina, la cocina, el dormitorio, la calle y son la enfermedad, la soledad, el desempleo, la tristeza, un vicio, el divorcio, la rebeldía de los hijos, la incomprensión de los padres, un secreto, una actitud, la violencia, la corrupción y otros. No tienen armadura, pero son más peligrosos porque tienen facturas que no podemos pagar, preguntas que no podemos contestar, éxitos que no tenemos, un trabajo que no podemos dejar o una persona que nos molesta. Se trata de alguien o algo que nos desafía y que nos hace ver que solos no podemos enfrentarlo. Sin embargo, aquel mismo Dios sigue teniendo el mismo poder y nos lo ofrece gratuitamente cada día. ¿Cómo Dios transformó un fracaso en un triunfo a pesar de todo y de todos?: “…el Espíritu del Señor vino con poder sobre David…”. Gracias a misericordia divina y su previsión, Su Espíritu sigue disponible para nosotros, solo tenemos que pedírselo en forma permanente y no ocasional.
Angel Magnífico