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24/5/25

¿AÑORAR EL PASADO O DESEAR EL FUTURO?


Nelson Mandela escribió antes de salir de prisión: “Mientras salía por la puerta hacia la entrada que me conduciría hacia la libertad, sabía que, si no dejaba mi amargura y mi odio atrás, todavía estaría en prisión”. Es muy doloroso y a la vez necesario, dejar atrás un pasado difícil, aprender a caminar sin ver el camino o andar sin ver, pero “vivimos por fe, no por vista” (2 Corintios 5:7). Esto implica cortar con ciertos vínculos del pasado y abrir nuevos vínculos con un futuro que no conocemos, pero que sí estimamos valioso en función de las numerosas promesas de Dios al respecto. La Biblia insiste mucho en este tema y desde el principio: “el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser” (Génesis 2:24); en la conformación de su pueblo a partir de Abram: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1) y “Abram partió, tal como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Abram tenía setenta y cinco años…” (Génesis 12:4). Y continúa en el evangelio, cuando Jesús explica lo que cuesta seguirlo y cuando alguien le pide permiso para enterrar a su padre, dice: “Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios…” (Lucas 9:60), y cuando otro le pide despedirse antes de su familia, insiste: “Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). Si bien algunas de estas declaraciones son breves, a la vez son muy expresivas: para ser parte del Reino se requiere dejar un pasado y aferrarse a un futuro por fe. Esa decisión transforma la fe en un acto vital, decisivo, específico y de acción y tiene 2 pasos: 1) abandonar la seguridad de nuestra zona de confort requiere un sacrificio (Jesús hizo uno mucho más grande para salvarnos). 2) asumir riesgos que nos pueden traer sufrimientos (nunca serán mayores a los que traeremos sobre nosotros si despreciamos la oportunidad que Dios nos da). Podemos empezar una nueva vida aquí y ahora y perfeccionarnos durante toda la eternidad.

Cristo fue muy claro con este “dejar atrás” cuando habló de la venida del Reino de Dios: “¡Acuérdense de la esposa de Lot! El que procure conservar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará” (Lucas 17:32, 33). Dios envió a sus ángeles para que saquen de Sodoma y Gomorra a sus escogidos: Lot, su esposa y sus dos hijas (a sus yernos, la proposición les resultó una burla según Génesis 19:14). No se trataba solo de abandonar la ciudad, sino de seguir instrucciones precisas: “¡Escápate! No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas” (Génesis 19:17). No debían aferrarse a cosas que quedaban allí ni a su deseo por lo que ese mundo representaba. No obstante, la esposa de Lot se convirtió en un símbolo dramático y perpetuo de amor al pasado porque se transformó en una estatua de sal (Génesis 19:26) que se desvaneció como la ciudad que tanto anhelaba. Fue un triste ejemplo de apego a las cosas materiales de la vida. Murió porque miró atrás, y eso implicaba una desobediencia a Dios. No pudo disfrutar con su familia un futuro con Dios porque no pudo abandonar su pasado con otros dioses. Dios no puede salvar a nadie en contra de su propia voluntad y tampoco quiere una adoración a medias. Cristo nos exhorta a entregar diariamente nuestra vida a Dios; solo así la encontraremos realmente. Primero el reino de Dios; todo los demás, viene después y Dios proveerá lo necesario (Mateo 6:33). La esposa de Lot estaba convencida que ese pasado no le podría dar nada nuevo, pero no estaba convertida para aferrarse del futuro deparado por Dios. Así ocurrirá antes de la segunda venida de Cristo. Él nos dará cuidado en medio del descuido, misericordia en medio del juicio y salvación en medio de la destrucción. Es conveniente entrenarnos desde ahora en el andar por fe, colocando a Dios en el primer lugar. Solo así disfrutaremos de la vida eterna, “pues dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y, si se vuelve atrás, no será de mi agrado” (Hebreos 10:37, 38).

                                                                                                               Angel Magnífico

NUESTRO LIBRO A SU ALCANCE



¿Por qué sufrimos? Respuestas para un mal cotidiano”

Acerca del autor

ANGEL MAGNÍFICO

Es Profesor de enseñanza secundaria y especial en Historia y Licenciado en Ciencias Sociales. Actualmente complementa sus veinte años de experiencia docente con la tarea de dirección académica de una importante escuela.

Realizó la conducción y producción de programas radiales, donde se analizaban temas cotidianos desde una perspectiva histórica. Fue productor de libretos multimedia para el aula digital de una reconocida empresa. Dictó diferentes cursos y conferencias referidas a temas de educación, historia y bíblicos. Participó en la publicación de varios artículos y cuentos en revistas, sitios web y libros en colaboración con otros autores.

Ha dado numerosas charlas y conferencias referidas a temas de su especialidad y los relacionados con el sufrimiento humano, analizándolos desde diferentes perspectivas centradas en La Biblia.

Fruto de esas experiencias resulta el ensayo “¿Por qué sufrimos? Respuestas para un mal cotidiano”.


por_que_sufrimos@yahoo.com.ar

@porquesufrimos

http://por-que-sufrimos.blogspot.com.ar