No importa el tipo de sufrimiento que nos toque sobrellevar. La promesa de Dios es venir siempre en nuestra ayuda. No es por nuestra situación, sino por su condición: nosotros somos pecadores y no merecemos sus bendiciones; pero Dios es amor y siempre está perdonándonos y rescatándonos, aún de nosotros mismos. Intentó hacerlo con el antiguo Israel, a pesar de sus constantes idas y vueltas en su relación con él: “Sin embargo, por el amor y la honra de mi nombre, contendré mi enojo y no te aniquilaré. Te he refinado, pero no como se refina la plata; más bien te he refinado en el horno del sufrimiento. Te rescataré por amor de mí; sí, por amor de mí mismo. No permitiré que se manche mi reputación, ni compartiré mi gloria con los ídolos” (Isaías 48:9-11 NTV). Dios se había revelado en numerosas ocasiones por Isaías. Les había advertido acerca de sus rebeliones y pecados recurrentes. Pero estaba dispuesto a diferir su ira, a contenerla para no destruirlos como hubieran merecido. S...
"¿Por qué sufrimos?" quisiera ayudarte a encontrar un buen “por qué” que te ayude a soportar cualquier “cómo” respecto al sufrimiento.